El corrector de estilo en tiempos de redes sociales

Opuesto a lo que muchos pensarían, con la globalización digital y la prevalencia que supone la imagen sobre lo escrito, el mundo de las redes sociales ha convertido el oficio del corrector de estilo en un asunto clave para el encuentro con el gran público. Internet y sus tantas formas de interacción se valen eminentemente de lo escrito.

Si bien ya fue desmentido el anuncio de Mark Zuckerberg, dueño de Facebook, sobre suspender las cuentas con graves faltas ortográficas en sus muros, la falsa noticia ha generado conciencia en cuanto a la corrección. Así que puede que una cuenta no sea cancelada a causa de la ortografía precaria de su dueño, pero seguramente sus círculos sociales saldrán espantados ante este agresor del idioma.

Quizás el rechazo que genera un texto escrito con ortografía libre sea un obstáculo superable para el común de los usuarios, quienes hacen caso omiso al problema, siempre y cuando entiendan el mensaje. Sin embargo, las empresas y los autores que buscan acaparar clientes y lectores por estos medios están cada vez más obligados a utilizar los servicios de un corrector de estilo.

Es muy común encontrarse con autores con un sinfín de información por compartir  pero que cuya forma de escribir no se lo permite. Incluso, para asomarse al tema de los concursos literarios, es de dominio público que los jurados, a la menor presencia de errores ortográficos y de redacción, no dudan en desechar el manuscrito. La misma situación sucede en el mundo académico, donde un trabajo de meses o años puede darse al traste por yerros idiomáticos pasados por alto.

No son pocos los inversionistas, clientes o simplemente lectores que pierden total interés e incluso experimentan una desagradable sensación al encontrarse con anuncios escritos con faltas de ortografía. Lo mismo ocurre en el mundo académico y literario, donde la labor del corrector de estilo es aún más indispensable, pues el valor del producto reposa en el texto mismo.

En el entorno empresarial, los diferentes y cambiantes mensajes (eslóganes, textos publicitarios y diferentes mensajes promocionales y de venta) faltos de corrección no solo destierran a los clientes potenciales sino que también afectan la reputación de la compañía en el propio gremio. En una época en que las empresas deben estar en diálogo constante con sus usuarios, tener una buena imagen resulta fundamental pues es la carta de presentación ante los clientes potenciales. Hoy, la labor del corrector de estilo está pues en que se conserve ese diálogo del emisor con la audiencia.

Autor: Carlos Mario Vallejo Trujillo

Imagen: Unsplash