¿Por qué cobramos los traductores?

El Miércoles, 03 Junio 2015. Publicado por Blog Decoding

¿Por qué cobramos los traductores?

«Como Ana, son muchas las personas que se alarman cuando les indico el costo o el tiempo de entrega de su proyecto: “¿No lo puedes tener para esta misma noche?”, “Tú que manejas el idioma lo haces en un momentico”, “¿Todo ese dinero por un trabajito que haces un media hora?”»

 

 

Conversando hace unos días con una amiga (a quien, para efectos de este escrito, llamaremos Ana), ella mencionaba que antes de conocer a fondo mi trabajo como traductora, percibía la traducción como un proceso simple: los traductores deberían conocer el equivalente de la mayoría de las palabras de sus idiomas de trabajo y, cuando no fuera así, podrían consultarlas en un diccionario y así lograrían construir el texto en la segunda lengua; además, si querían ahorrarse el trabajo de digitación, podrían utilizar un programa de traducción automática, editar los pasajes imprecisos y ¡voilá!, una traducción perfecta.

Como Ana, son muchas las personas que se alarman cuando les indico el costo o el tiempo de entrega de su proyecto: “¿No lo puedes tener para esta misma noche?”, “Tú que manejas el idioma lo haces en un momentico”, “¿Todo ese dinero por un trabajito que haces en media hora?”. Lastimosamente, sí debo pedirles “todo” ese dinero y “todo” ese tiempo, pero les explicaré por qué.

El traductor se enfrenta a muchos desafíos al momento de realizar su trabajo. Para empezar, debe leer y comprender perfectamente el texto al que se enfrenta (el cual, en algunas nefastas ocasiones, presentará errores gramaticales, sintácticos, de redacción, de coherencia…). A este respecto, el escritor argentino Alberto Manguel afirma: “El lector ideal es un traductor. Es capaz de desmenuzar un texto, retirarle la piel, cortarlo hasta la médula, seguir cada arteria y cada vena y luego poner en pie a un nuevo ser viviente”.

El siguiente paso es leer textos paralelos en el idioma al que va a traducir, es decir, el traductor debe documentarse sobre el tema a tratar, por medio de materiales escritos originalmente en la lengua meta; esto con el fin de dar el tratamiento adecuado a la terminología del área. Para tal fin, también puede valerse de glosarios especializados provenientes de fuentes confiables y comprobadas. En este punto, el traductor debe asumir un nuevo reto, puesto que, en ocasiones, debe elegir el equivalente adecuado para su texto entre un sinnúmero de variantes.

Finalmente, es hora de que el traductor ponga en pie a ese “nuevo ser viviente”, prestando principal atención al tipo de discurso, a la tipología textual, al propósito comunicativo del autor, al público al cual está dirigido el contenido, al registro de lengua, al contexto, a la terminología, entre otras características del microtexto y el macrotexto.

Como si fuera poco, lo anterior debe hacerlo en el tiempo récord que solicita el cliente y con una tarifa que no desentone con las de sus competidores que no son, pero se creen, traductores porque dominan dos idiomas.

Habiendo leído esto, sé que la próxima vez que usted realice un encargo de traducción, será un poco más consciente de la ardua labor que desempeñan los profesionales en esta área, la cual está muy lejos de ser una tarea automática; por tanto, no se sobresaltará cuando le indiquen el precio y el tiempo de entrega del proyecto... Los traductores se lo agradeceremos.

Autora: Bibiana Salazar

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