¿Por qué es tan difícil escribir bien?

A todos nos ha pasado: tenemos una buena idea y creemos poder expresarla a la perfección, pero al momento de plasmarla en el papel, nuestra mente queda en blanco y esa elocuencia que creíamos tener de pronto se esfuma. ¿Cómo acabar con este bloqueo?

En estos tiempos altamente competitivos, saber escribir ha dejado de ser un arte para convertirse en una verdadera necesidad; desde el ámbito personal hasta el profesional, la escritura es una de las herramientas más valiosas para la comunicación entre unos y otros, por lo que hacerlo bien o mal puede convertirse en tu mejor aliado o tu peor enemigo.

Con el ritmo vertiginoso con el que muchos andamos por la vida, escribir bien puede reducirse a anotar una idea de modo que quien la lea la entienda, pero para generar un impacto real y positivo en tu lector, necesitas ir mucho más allá; necesitas crear un vínculo con él, ponerte en sus zapatos y lograr que él se ponga en los tuyos.

No creas que cuando la escritura se remite al campo laboral tiene que ser acartonada y plana; aunque en estos casos sí prima la claridad, tener un buen léxico y saber hilar las ideas puede ser una excelente carta de presentación ante tus superiores o clientes potenciales, por lo que es algo a lo que debes dedicarte con cuidado y entrega.

Incluso en lo personal, una buena escritura puede salvarte de muchos malentendidos y discusiones; en este caso, apuesta por la franqueza y la prudencia; no te dejes llevar por la inmediatez de la mensajería instantánea ni le des espacio a la malinterpretación. Si lo sabes hacer, escribir es un placer, para ti y para quien te lee.

Pero no nos engañemos: escribir no es fácil; incluso, podríamos decir que escribir es un don como pintar o cantar y no todos nacemos con él, pero podemos cultivarlo y perfeccionarlo, por lo que, si aún no te sientes cómodo con la forma en la que te expresas por escrito, solo es una cuestión de perseverancia.

Empieza por leer para aprender de los mejores; identifica cuáles son esos detalles que te impiden cerrar el libro y descubre cómo puedes adaptarlos a las ideas que tú quisieras plasmar; además, toma el diccionario, enriquece tu léxico para que seas preciso y no vuelvas a quedarte sin la palabra perfecta para esa sensación que a ti te desborda y que quieres compartir con tu lector.

Lo más importante de todo es escribir, una y otra vez, sobre todo lo que te inspire una opinión o una historia; te sorprenderás al ver cómo mejoras y cómo fluye cada vez mejor tu escritura. Quizás no lo sabes, pero escritores como Gabriel García Márquez o Julio Cortázar admitieron odiar e incluso destruir algunos de sus primeros escritos; así que, si le pones empeño y dedicación, puedes conservar la esperanza.

Autora: Laura Rivera

Imagen: Eric Didier en Unsplash