La magia de conocer un nuevo lugar a través de su idioma

El Martes, 31 Julio 2018. Publicado por Blog Decoding

La magia de conocer un nuevo lugar a través de su idioma

Ir a conocer un país sin saber su idioma suena como una aventura inolvidable, pero ir conociendo, así sea un poco de él es una experiencia de aprendizaje para toda la vida.

 

Para muchas personas, uno de los placeres más grandes en la vida es viajar y conocer la cultura, la gastronomía y la arquitectura de sitios remotos o completamente diferentes al propio, y con las posibilidades que hay hoy en día para ir de un lado al otro por el mundo, no es nada raro que ya no nos conformemos con vivir experiencias dentro de nuestro país e incluso dentro de nuestro continente. Ahora más que nunca, ni el cielo es el límite.

Con la relativa facilidad para movernos de aquí para allá, vienen infinitas posibilidades, pero también nuevos retos. Entre ellos, y quizás uno de los más difíciles, está el aprender un nuevo idioma, que en muchas ocasiones se vuelve una barrera infranqueable para poder conocer o incluso llevar a cabo nuestro proyecto de vida en un sitio diferente al nuestro.

No obstante, el hecho de que aprender un nuevo idioma no sea una tarea fácil no debe ser impedimento para siquiera intentarlo y, con mayor razón, si lo que queremos es ir a establecernos en la ciudad o el país de nuestros sueños; teniendo ya unas bases, es muy posible que lo demás se adquiera con la experiencia y el diario vivir; lo importante es ir con un conocimiento básico.

Lo anterior no aplica solo a las personas que piensan radicarse en otro lugar. Es obvio que, para quienes piensan quedarse en otro país, conocer el idioma es una absoluta necesidad, pero para aquellos que solo viajamos por placer, ¿es también necesario? De hecho, sí, y en gran medida, porque, por más divertida que suene la idea de perderse en Roma, es más seguro y enriquecedor conocer la ruta y las posibilidades de la misma.

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Perspectivas locales

Digamos, por ejemplo, que el sueño es ir a Francia, un país con tanta historia como belleza. Sería mucho mejor tener la oportunidad de conversar con los locales, conocer no solo sus tierras, sino su cultura, lo que los mueve, lo que los divierte y lo que los enorgullece de haber nacido allí.

Ver la cultura francesa (en este caso) desde los ojos de quienes la viven es mucho mejor que cualquier guía turístico; ver un lugar con los ojos de quien lo habita es, a la vez, tener la tranquilidad de ir por buen camino y poder maravillarse con la hermosura y la novedad de lo que se está experimentando.

Aprender un idioma es un proceso largo y complicado, pero vale la pena; y si además te pones en la tarea de estudiar acerca de la gastronomía, los lugares y las costumbres del lugar que vas a visitar, no solo vas a tener un punto de partida, también vas a tener una hoja de ruta de la que se podrán desencadenar muchas más experiencias de la mano de tu dominio del idioma y tu curiosidad por el sitio que visitas.

Ahora, si lo que no tienes es tiempo para aprender antes de emprender ese viaje soñado, un guía bilingüe siempre será una buena opción. Esta persona puede ayudarte en tu viaje, y si es local aún más, pues también puede mostrarte lo lugares que ama y le parecen emblemáticos, así no sean los que aparecen en la guía turística.

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El único problema con un guía bilingüe es que estarías limitándote a una sola experiencia y a una sola perspectiva, cuando, conociendo un poco del idioma, podrías estar tratando con decenas de personas, cada una con un universo diferente y una referencia nueva para compartir.

Volviendo al ejemplo, imagínate conocer París a partir de las experiencias de un artista local, un chef y un deportista. Seguramente cada uno de ellos tendría toda una historia y un itinerario diferente con los cuales podría entretenerte por días; o imagínate una noche saliendo a un café para compartir con un grupo de amigos reunidos en aquel lugar.

Ir conociendo un poco del idioma local ya no es solo hablar de conocer la ciudad, es hablar de hacer amigos, enamorarse y vivir la vida cotidiana de aquel sitio desde los ojos de un turista; es incluso poder hacer planes a futuro y plantearse la idea de quedarse allí a largo plazo. No hay que olvidar que el encanto de muchos lugares está en su gente, más que en sus calles y su apariencia.

Ahora hablemos de negocios

Hasta ahora solo hemos hablado de conocer el idioma en el caso de que vayamos en calidad de turistas, pero resulta todavía más importante saber defenderse en otro lenguaje y hacer toda la investigación sobre la cultura si lo que vas a hacer es un viaje de negocios.

Aquí aplica de nuevo la posibilidad de contratar a un profesional que se encargue de llevar las relaciones entre parte y parte, pero entonces se perdería mucho el posible vínculo emocional y personal que se puede generar con la otra parte, especialmente cuando se trata de cerrar un negocio importante.

Digamos que llegas a la ciudad y quieres impresionar a esa otra persona. Si quieres lucirte, debes demostrar que has hecho tu tarea, que sientes interés no solo por la propuesta de trabajo, sino por el contexto en el que se desarrollará y el estilo de vida de las personas involucradas en el proyecto.

¿Qué tal si fueras tú quien tomara la iniciativa de llevar las negociaciones fuera de la oficina? Demostrar interés no solo por el trato sino por el componente humano y social que lo envuelve puede ser una herramienta para lograr el objetivo, así como una oportunidad para hacerse a nuevos contactos y amigos que conviertan tu tiempo en la ciudad en algo más que una experiencia laboral.

¿Te quedas un rato más?

Parece bastante obvio que, si vas a otro país con un idioma diferente, debes aprenderlo. Sin embargo, por más sorprendente que parezca, hay millones de personas que logran vivir en comunidades que hablan su mismo lenguaje en medio de países con un idioma completamente distinto. ¿Es esto algo ideal? No lo creemos.

De que las personas logran vivir en estas condiciones no tenemos dudas, de hecho conocemos muchos ejemplos, pero llegar a una vida plena bajo estas circunstancias es una meta mucho más difícil de alcanzar. Cuando vives en una pequeña comunidad que habla un idioma, pero que está rodeada de personas que hablan uno distinto, es difícil salir de esas fronteras invisibles.

Volvamos a los ejemplos prácticos. Digamos que por alguna circunstancia requieres un servicio que tu pequeña comunidad no puede ofrecerte. Vas a tener que recurrir por obligación a un intermediario que puede que sea alguien de tu confianza como puede que no. Si no conoces el idioma dominante del sitio en el que estás viviendo, seguramente no vas a contar con el mismo nivel de independencia de una persona que sí lo conoce.

Insistimos en que no es una tarea fácil, pero estando ya sumergido en la cultura, ¿por qué no intentarlo? Hay personas que solo necesitan unos cuantos meses en constante interacción con locales para aprender a defenderse en otro idioma. De esa base en adelante, todo lo que aprendas será ganancia y lo conseguirás con el simple hecho de prestar atención ¡totalmente gratis!

Si crees que ha llegado el momento y te decides por conocer ese idioma y practicarlo, ¡no te preocupes! En estos tiempos modernos, el mundo está lleno de personas que quieren aprender y, mejor aún, de personas que están dispuestas a enseñar. No le tengas miedo al fracaso ni te sientas prevenido ante las correcciones; llegará el momento en que domines tanto el idioma que podrás compartirle un poco de tu propio idioma a esa persona que tanto te enseñó.

La belleza de los tiempos modernos

El tema de la globalización es polémico y lleno de perspectivas a favor y en contra, pero lo que no se puede negar de este fenómeno es la gran oportunidad que nos ha dado de conocer más, de aprender del otro para ser más productivos, más eficientes y más empáticos. A través del respeto al otro, crecemos como personas y como sociedad; por eso, entre más conozcamos su cultura, más fácil entenderemos sus formas de proceder.

La magia de ver el mundo desde el bilingüismo y la poliglotía es entender al otro, tomar lo mejor de ellos y ofrecer lo mejor de lo nuestro, para tener así una vida más rica en todos los sentidos. Las herramientas, las oportunidades y los recursos están ahí para quienes quieran tomarlos, pero para darles el mejor uso debe primar el respeto y la empatía.

Así que ve a conocer el mundo, con o sin traductor, pero aprende y mira con ojos de turista hasta tu propio entorno, que, aunque se vuelva parte de nuestro paisaje cotidiano, éste también tiene magia.

Autora: Laura Rivera

Imagen: Wang Xi en Unsplash

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