El arte de traducir poesía

El Jueves, 22 Marzo 2018. Publicado por Blog Decoding

El arte de traducir poesía

Si traducir un texto escrito en prosa es un verdadero reto, traducir un poema sin sacrificar su ritmo y su significado es una tarea titánica.

 

Gran parte de la magia de la poesía es que es tan bella y cuidadosamente escrita que muchas veces se convierte en música sin necesitar de una orquesta, pero cuando un poema es tan potente que empieza a derribar fronteras nos encontramos con un gran reto: ¿cómo traducirlo sin destruir su esencia?

Cualquier tipo de literatura tiene su ritmo propio y un universo en el que fue construido y que inevitablemente va a impactar su significado. Es por eso que hasta la traducción de un libro debe llevar al traductor a sumergirse en el contexto, no solo de sus personajes, sino de quien los escribe para poder, más que interpretar, reproducir lo que este plantea de la forma más fidedigna posible.

Cuando hablamos de poesía, ya no solo estamos hablando de una cultura plasmada de forma consciente o inconsciente en el texto, sino además de una estructura finamente calculada que incluye desde simetría numérica en sílabas hasta juegos de fonética en el contenido, por lo que traducir un poema en el sentido literal de la palabra, se vuelve casi imposible.

Aun ante la perspectiva de tener que sacrificar, casi que por obligación, algunos elementos del poema original, la idea de no honrar la forma de dicho poema no es tan grave en comparación con la idea de quitarle aquello que realmente le da su poder: su significado, y es por esto quizás que traducir este tipo de literatura es una verdadera experiencia hecha para personas con una sensibilidad y versatilidad únicas.

No obstante, a pesar de los riesgos, dejar de traducir poesía por miedo a perder cierta parte de su magia sería un error, sería quitarle al resto del mundo una obra de arte, que quizás en otro idioma no tenga la misma potencia y estética que su versión original, pero que bien interpretada, conservará el espíritu que la llevó a tocar los suficientes corazones para hacerla alcanzar nuevas latitudes.

Al final del día, traducir un poema más que transcribirlo es recrearlo, pero en eso no puede verse un pecado; podemos optar mejor por verlo como una oda a la obra de arte original, una reinterpretación que permita que millones de personas sean tocadas por la sabiduría y la sensibilidad de un autor al otro lado del planeta, que posiblemente sea la puerta de entrada a una fascinación por este singular universo literario.

Autora: Laura Rivera

Imagen: Johannes Roth en Unsplash

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